Que pasa cuando nos mudamos
Que pasa cuando nos mudamos
Según diversos estudios, entre los acontecimientos y sucesos vitales que más estrés psicológico ocasionan en las personas, la mudanza del lugar de residencia ocupa el segundo lugar.
Tan sólo es superada por la pérdida de un ser querido, y deja en tercer y cuarto lugar a acontecimientos como la enfermedad grave y la pérdida del empleo.
Por lo tanto, la mudanza es un acontecimiento estresante para todas las personas en general, pero quienes lo viven con más sufrimiento suelen ser los niños. Ni que decir tiene que si las mudanzas son frecuentes el problema se agrava aún más. Incluso se ha demostrado, en distintas investigaciones, que los acontecimientos y sucesos vitales estresantes elevan el riesgo, en los niños, de padecer enfermedades mentales.
Para el niño, la mudanza supone un cambio de vida radical, en especial en lo referente a sus amigos, que para ellos son algo muy importante. Además, la mudanza es una decisión en la que ellos no han participado, lo que añade una sensación de impotencia ante lo que se les viene encima.
Es posible, incluso, que uno de los padres esté en contra de la mudanza, lo que provoca discusiones y tensiones que van a afectar al niño.
¿Cómo perciben los niños las mudanzas? ·
Se sienten desplazados. No se suele contar con ellos para tomar la decisión ni se les informa de todos los detalles. En el proceso mismo de la mudanza, rara vez participan; si están presentes, verán cómo todas sus pertenencias se meten en cajas para ir a no se sabe dónde. Tienen incertidumbre, a veces debido a que no se les ha dado la información necesaria que ellos pueden entender. Desconocen lo que les espera, pues no saben nada del entorno, la vivienda, el colegio, los vecinos y tantos otros detalles que les pueden inquietar. · Pierden sus amistades. Dicen adiós a los compañeros de clase, los vecinos, los amigos, el grupo y, a veces, el novio o la novia.
Para el adolescente y el pre-adolescente, los amigos son lo más importante de su vida y ahora se les arranca de ellos bruscamente. Se sienten desprotegidos. El conocimiento del terreno, de los lugares, de las personas, las costumbres, la cultura, la casa y el vecindario, generan seguridad y protección. Ahora, todo ese mundo protector conocido se viene abajo.
Algunas de las reacciones a esta edad:
Síntomas de depresión y retraimiento
Pierden las ganas de comer
No duermen bien
Se vuelven tímidos y callados
Pueden mostrarse irritables y agresivos
¿Cuáles pueden ser sus reacciones?
Hay algunos niños que se adaptan perfectamente y están encantados de trasladarse a vivir a otro lugar, pero son la excepción.
El problema más frecuente que se presenta es la dificultad para adaptarse a la nueva escuela o colegio. Los niños necesitarán entre uno y dos meses para sentirse integrados, hacer amistades y familiarizarse con los profesores y los métodos de enseñanza. Algunos niños estarán incluidos en grupos de clase con un nivel superior al suyo, lo que les provocará ansiedad y un rendimiento y notas peores. Por el contrario, otros niños pueden apreciar que el nivel de la clase es inferior al suyo, lo que les aburrirá.
¿Qué se puede hacer para evitar estos problemas?
Explíquenles con claridad las razones de la mudanza, los detalles y todos aquellos aspectos que a los niños (de acuerdo a su edad) les pueden preocupar.
Escuchen sus puntos de vista y procuren comprenderles. Hagan esto con suficiente antelación para que puedan ir "digiriendo" la nueva situación. Cuando los niños son pequeños, sólo les atenderán unos instantes, por lo que conviene transmitirles mensajes cortos y claros. Al hablar con ellos, háganlo con sinceridad, no pasen por alto las cuestiones que saben que les van a contrariar e intenten hacerles ver que también habrá aspectos positivos.
Nunca deben mentirles ni crearles falsas expectativas, pues perderán la confianza en los padres y se frustrarán.
Den participación al niño en la mudanza: si es muy pequeño, convendrá dejarle en casa de alguien de confianza; pero si puede involucrarse, que lo haga.
Si es posible que elija su nuevo cuarto, déjenle hacerlo. En cualquier caso, que participe en la elección del color de la pintura, la decoración o la disposición de los muebles de su cuarto. El niño agradecerá que sea éste el primero de los lugares que pongan en orden, con sus cosas.
Si no es estrictamente necesario, es mejor no deshacerse de los muebles antiguos de su cuarto para que se sienta más familiarizado y protegido.
En el caso de chicos preadolescentes y adolescentes puede ser conveniente, si así lo piden, que continúen en su actual entorno (en casa de algún amigo o familiar, por ejemplo) hasta el término del curso o por más tiempo. En general, por motivos escolares, los meses de verano suelen ser los idóneos para realizar la mudanza.
Ayuden al niño a familiarizarse con su nuevo entorno: Le pueden informar sobre el lugar, sus costumbres, el colegio, las instalaciones deportivas etc.
Si es posible, llévenlo a visitar el lugar donde van a vivir, antes de la mudanza.
Préstenle ayuda a la hora de hacer amistades e ir a los lugares nuevos por primera vez y hablen con los profesores, para conocerse y pedirles apoyo.
Ciertamente, una mudanza, si se hace adecuadamente, puede tener a la larga efectos beneficiosos.
Por un lado, favorece la comunicación entre los distintos miembros de la familia. Los padres aprenden de los niños, en múltiples facetas.
Todo ellos estrecha las relaciones y, en definitiva, une a la familia.
Por otro lado, si el proceso de la mudanza es aprovechado por el niño, este madurará como fruto de la experiencia y se hará más independiente y capaz de superar situaciones estresantes.
Fuente: www.hola.com/salud.