El Adolescente y la dificultad de llegar a ser un hombre
EL ADOLESCENTE Y LA DIFICULTAD DE LLEGAR A SER UN HOMBRE
Las maravillas que el adolescente descubre en sí mismo no son perfectas. Muy pronto sus límites se hacen evidentes a sus propios ojos y se encuentra marcado por una herencia que lo caracteriza: se orienta por las influencias vividas en su infancia. Lo que debía permitir que el joven fuese libre, restringe su campo de acción desde el principio.
Con qué cuenta
Si bien ha nacido, no ha pedido nacer; su existencia le ha sido impuesta. Pertenece al lugar que lo vio nacer, a la época que lo recibió y al ambiente que lo acoge. Pero él no eligió nada de eso, y no existe manera de librarse de ello. El “no ser” o, por lo menos, el “no haber sido”, es imposible. No hay manera de ser hijo de un rey o astronauta del tercer milenio.
Su cuerpo es como es; las enfermedades de la infancia, o algún defecto físico, le muestran su fragilidad. La comparación con otros compañeros, le muestra la relatividad de sus destrezas. Y en este mundo de muchachos, difícilmente se le perdona si no se distingue en un deporte o en el patio de recreo. Por otro lado, sus dedos son inútiles para sus ambiciones artísticas.
Además, la mayoría de los jóvenes se pregunta si es guapo. Son pocos los que, en la sinceridad de su soledad, responden afirmativamente. Cierto color de cabello, determinadas líneas del rostro o una musculatura mal distribuida, son suficientes para que surja la duda sobre la belleza que revela el espejo.
En la actualidad la inteligencia se mide, se juzga y se aprecia de acuerdo a su rendimiento. El aula del colegio sitúa al alumno en un orden de importancia. El joven no tardará en verse muy inteligente, poco o muy poco inteligente. Cuando los test indican que pertenece a una de estas dos últimas categorías, se produce en él una desilusión, una amargura. Y eso pone en duda muchas cosas previstas para el futuro.
Para un alumno medio ya resulta comprometido el tiempo destinado al ocio, mientras que el joven provisto de materia gris puede darse una buena dosis diaria de ese ocio.
Qué hace
A menudo, los razonamientos del adolescente pueden verse torpes o vacíos, al menos así son considerados por los adultos que lo escuchan. Entonces ese joven tiende a encerrarse en un silencio molesto en el que se evidencia el fracaso de su discurso.
La afectividad revela muy pronto las ilusiones del pasado: puede ocurrir que el padre ya no es el hombre más admirado, y la madre ya no es la mujer más exquisita del mundo. La posibilidad y el deseo de amar fuera del círculo familiar facilitan las comparaciones; pero las nuevas experiencias no son mucho más agradables. La primera “amiguita” que debería haber sido la mujer de su vida, resultó ser muy superficial. El amigo a quien confió todo, lo ha traicionado con su indiscreción. No es nada fácil para él construir una amistad, un amor.
Las experiencias sexuales corren peligro de ser mal vividas. Sea cual sea la educación recibida, el joven que no ha vivido una iniciación sexual armoniosa, puede padecer horas de asco y vergüenza de sí mismo, a causa de estas primeras experiencias. Y proclama el fraude de los poetas que tanto han elogiado la fusión de los cuerpos.
Es fácil armar un grupo, pero difícil dirigirlo y mantenerlo. Casi todos sus miembros carecen de entusiasmo, y excluirlos o llamarles la atención suele presentar problemas. Le queda la posibilidad de ponerse a su altura o excluirse él mismo.
En cuanto al futuro, la economía, las revelaciones de los futurólogos y hasta la simple observación de los hechos, comprometen en gran medida los sueños más profundamente maduros.
No le resulta nada sencillo elegir con cordura en el gran muestrario de fórmulas (diversas y contradictorias) de saber vivir. Y aún es más difícil fabricarse una fórmula que tenga en cuenta todos los datos del problema humano.
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